por José Antonio Teomiro Portillo (vet)
Al freno de la actividad a la que nos ha obligado la aparición de la COVID 19 se le suma ahora la cancelación, ordenada por la Federación Ecuestre Internacional como consecuencia del brote de rinoneumonía aparecido en el CES Valencia Spring Tour (más del 10% de los caballos asistentes afectados y, 7 animales muertos a la fecha), de todos los concursos internacionales, en todas las disciplinas en diez países de Europa continental hasta el 28 de marzo de 2021.
La rinoneumonía es una enfermedad de los équidos, de distribución mundial y altamente contagiosa, causada por un herpes virus (EHV). De las nueve cepas existentes de este virus, las más frecuentes son la EHV-1 y EHV- 4. La base para el control de los brotes son el aislamiento y la toma de medidas estrictas de bioseguridad.
La enfermedad se transmite de forma directa, a través de la secreción nasal entre caballos y también de forma indirecta, a través de la ropa o el calzado, contaminado con EHV, del personal que trabaja con el animal enfermo, así como los cubos de agua o cualquier tipo de apero o equipamiento compartido entre los animales. El periodo de incubación varía entre 2-10 días y la diseminación del virus puede durar de 7 a 14 días. El hecho de que el virus pueda vivir en el ambiente un par de semanas, pero que pueda persistir mucho más, recomienda realizar un aislamiento de 28 días tras el diagnóstico positivo. Los caballos que se infectan pueden manifestar síntomas respiratorios, abortos en las yeguas gestantes, muerte neonatal de potros o síntomas neurológicos. Los animales infectados con EHV-4 (forma respiratoria) pueden mostrar fiebre, síntomas respiratorios como tos y secreción nasal que, en un principio, es clara y transparente que evoluciona a mucopurulenta. Los animales infectados con EHV-1 (forma neurológica) desarrollan síntomas neurológicos (a los que, en ocasiones, les precede la fiebre y síntomas respiratorios) como debilidad, incoordinación de las extremidades, incontinencia de orina y heces, falta de tono en la cola y cuando se tumban son incapaces de incorporarse; en estas circunstancias, muchos de ellos tienen que ser eutanasiados.
La prevención de la enfermedad supone trabajar en dos frentes: el de la vacunación y el de la bioseguridad. La vacunación contra esta enfermedad produce una inmunidad de corta duración (por lo tanto, no evita la aparición de la enfermedad) y no previene contra la forma neurológica EHV1; sin embargo, sí reduce el riesgo, la gravedad y la duración de la enfermedad, porque disminuye la carga vírica en la secreción nasal. Por tanto, cuando el EHV entra en una cuadra con un buen calendario vacunal de todo el colectivo, el porcentaje de caballos susceptibles de padecer la enfermedad es muy bajo.
Los potros se deben vacunar por primera vez, a los 6 meses de edad con dos inyecciones, separadas 1 mes (primo vacunación). Transcurridos 6 meses, a partir de esta segunda inyección, se seguirá la pauta de revacunar semestralmente, a lo largo de la vida. En las yeguas de cría, se recomienda vacunar en el 7º, 9º y 11º mes de gestación; en algunas circunstancias se recomienda incluso vacunar en el 5º mes de gestación.
Respecto a las medidas de bioseguridad, son semejantes a las que ahora tenemos presentes por la COVID 19. Así como a cualquier otra enfermedad infectocontagiosa. Habría que:
- Verificar el estado vacunal de los animales de la explotación y de todos los que lleguen por primera vez a la cuadra.
- Llevar un registro de todos los movimientos de caballos en el establo para poder establecer contacto rápido, en caso de enfermedad.
- Aislar de forma temporal y preventiva a las nuevas llegadas de caballos al centro (tanto las que vienen por primera vez como las que regresan) y, por supuesto a todo animal con signos de enfermedad. Toma de temperatura dos veces al día; la temperatura normal de un caballo varía de 36,5ºC a 38,5ºC, pero, en estas circunstancias, todo caballo que presente temperatura superior a 38ºC se debe vigilar más estrechamente.
- No mover animales enfermos, excepto para su aislamiento (siempre bajo las máximas medidas de seguridad y la asesoría veterinaria).
- Evitar al máximo el contacto directo entre caballos y no compartir equipamiento o aperos. Realización de las pruebas de diagnóstico y atajar el problema, de forma rápida, si se presenta.
Si a pesar de las medidas preventivas, aparece la enfermedad, las actuaciones a realizar son las siguientes:
. Aislar en cuarentena, generalmente de cuatro semanas, a todos los animales con sospecha de haber estado en contacto con el virus (relación previa con animales afectados, fiebre o presencia de síntomas). La zona de aislamiento debe estar lo más alejada posible del resto de animales. La toma de temperatura, dos veces al día, permitirá estar en alerta temprana. Restringir todo movimiento de animales desde y hacia el punto donde se haya producido el foco de infección, durante al menos 28 días.
. Asignar un personal exclusivo al cuidado de los animales enfermos o sospechosos de estarlo. Las medidas de bioseguridad que tome este personal serán importantísimas para evitar la dispersión de la enfermedad (pediluvios; lavado de manos o cambio de guantes desechables entre caballos; cambio de ropa y calzado antes de abandonar la zona de cuarentena; no compartir cubos, comederos o utensilios de limpieza, riendas, cabezadas… para prevenir contaminación).
. Identificar los animales portadores o enfermos, al inicio de la cuarentena, mediante test de PCR (hisopos nasofaríngeos -cuya positividad indica diseminación del virus o en sangre -cuya positividad indica viremia, infección activa). A este muestreo se deben someter todos los animales, tanto vacunados como no vacunados. Si el resultado es negativo, se vuelve a realizar otra PCR a los 14 días. En caso de no realizar la segunda prueba PCR a los 14 días de iniciada la cuarentena, esta se ha de mantener obligatoriamente hasta los 28.
Una forma de conocer, en medio de un brote, qué animales han estado expuestos al virus es comprobar si se produce un incremento (que puede ser de cuatro veces o incluso superior), del título de anticuerpos frente al virus mediante el análisis de muestras pareadas de suero, obtenidas con 14 días de diferencia (la primera tomada cuando el caballo es aislado y puesto en observación o bien presenta los primeros síntomas). Este incremento (seroconversión) proporciona pruebas indirectas de que el EHV-¡ ( o cualquier otra cepa) es el agente etiológico, siempre y cuando en el periodo no se haya vacunado al animal. Sin embargo, esto no reemplaza la prueba de PCR a partir de muestra nasal o sangre. No está recomendada la vacunación de animales que se sepa o se sospeche que han estado recientemente en contacto con EHV.
. Lavar las manos o utilizar gel desinfectante entre una y otra manipulación (de un caballo a otro). Todos aquellos que trabajen con los caballos deben hacerlo.
. Destruir las camas y limpiar y desinfectar los boxes (el virus es sensible a los desinfectantes normales fenólicos, yodados, hipoclorito sódico) antes de entrar nuevos caballos.
. Limpiar en profundidad los medios de transporte, entre un servicio y otro.
. El virus puede persistir en el organismo en estado latente y situaciones que suponen un estrés es suficiente para que el virus pase a estado infectante. Se estima que aproximadamente el 70% de la población equina es portadora del virus en forma latente.
La EHV, es una enfermedad endémica entre la población equina, lo que significa que, cuando termine el brote actual, seguirá representando una amenaza constante para los caballos. Por tanto, es importantísimo mantenerlos protegidos con una buena pauta vacunal, en la que tras la primera dosis (recordar que la primo vacunación son dos inyecciones separadas un mes) se hagan refuerzos de la inmunidad cada seis meses, incluso cada 4 meses, a lo largo de la vida del animal.
Hemos vivido recluidos durante tres meses y con una actividad muy reducida el último año. La actividad hípica también se ha visto afectada igualmente. Suspendido el calendario de competición durante el año 2020, los cuidados y entrenamientos se han mantenido en los centros habituales y es posible que esto haya ocasionado una “relajación” a nivel del calendario de vacunación. Como ya se ha mencionado, la vacuna contra esta enfermedad proporciona una inmunidad de corta duración; si a ello se le suma la posible relajación en la pauta vacunal, la situación ha sido más que propicia para que el virus de la rinoneumonía equina haya mostrado su peor cara.